Cocó. 21 por ahora. Sin gatos, la mayor de una colección de tres hermanas, adicta a las variaciones del té con canela, fumadora más que social, emotiva. De creatividad lluviosa y nublada, de risas despejadas y calurosas, desapegada y enraizada en cosas que no debería, pequeña de estatura, desenterrando a la otra que se revolcaba de risa y no tenía miedo a hacer el loco, pescadora de recuerdos, friolenta y feliz dentro de todo.

jueves, 6 de junio de 2013

The fook on the hill.

Piano, boca cerrada, mente abierta. Emularle, memoria selectiva, catarsis.


El ciempiés que se ha tatuado en el alma, le recorre hasta los lugares donde nunca fue besada. Escucha Summer 78. Come gelatina, chupa un limón. Hace 23 días que no come pan ni saborea mayonesa. Se ha cortado el pelo, se ha fumado un cartón de Philip Morris. Sabe que está en el tejado del mundo, cambia de tema, Avril 14, como si flotara. 
Los pies le rozan el suelo, se siente acariciada, no hay nadie, debe ser ella misma, debe ser la música, traviesa como siempre, haciendo de las suyas, siempre tan sentimentalmente helada. 
Desapegada. Ella no echa raíces en cualquier parte, pero si deja semillas. ¿Quién es ella? Pregunta. Ella es todos y nadie.
Ella es mujer y es hombre. Es madre y es hijo, es anciana y es niño, es alumno y es maestro. Pero repite: ella es todos y es nadie. 
Necesita perderse en la extraversión. Cambia el tema -Watching Lara- y suspira. Quisiera recostar su cabeza en el marco de la ventana, que el viento acaricie sus cabellos, pero no está cómoda. Se toca el hueso del hombro, sonríe. Busca con sus dedos, las costillas, una por una. Con dolor las recorre de adentro hacia afuera, las explora, las ama. 






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