Cocó. 21 por ahora. Sin gatos, la mayor de una colección de tres hermanas, adicta a las variaciones del té con canela, fumadora más que social, emotiva. De creatividad lluviosa y nublada, de risas despejadas y calurosas, desapegada y enraizada en cosas que no debería, pequeña de estatura, desenterrando a la otra que se revolcaba de risa y no tenía miedo a hacer el loco, pescadora de recuerdos, friolenta y feliz dentro de todo.

lunes, 30 de diciembre de 2013


Volver a la vida. No a la vida de antes, no al otoño de ayer, no al esqueleto de Valentina o de Paula, no a la lluvia de abril. 
He vuelto a mí, en reconciliación. 
He salido a mi encuentro y me he abrazado, he besado mi clítoris y gemido mi rabia. He huido de los libros para llegar aquí. 
La música me hizo un guiño y se perdió. La verdad me robó humanidad y me reflejó la nube. 
Es diciembre, es el fin número veintiuno. 
Soy gato negro y la vida dos.  
De algo hay que vivir. 

domingo, 29 de diciembre de 2013

Mis miedos no radican en temer a lo desconocido, sino en tener un mismo resultado a una misma situación, mis miedos entonces la mayoría del tiempo son intentos a, intentos de... Hoy lo entiendo e intento recordar el proverbio chino: "El miedo llamó a la puerta, la confianza abrió y afuera no había nadie."

Pienso que para muchas cosas estúpidas, peligrosas y atrevidas nunca tuve miedo. Hoy veo que era siempre porque la única persona perjudicada en caso de que ocurriera algún error, era yo. Y también veo que era una forma de defender el poco carácter que tengo con otros, mostrarme fuerte era mi método, mostrarme valiente y sin temores. 
Con el tiempo yo misma me creí siendo valiente, siendo fuerte y no me permití sufrir, ni sentir dolores físicos o emocionales. Gran error.

Volví a fumar.

viernes, 27 de diciembre de 2013

PUCHOS

Se sentó cerca de la ventana, la garganta dolía, no hacía muchas horas antes evitó una inyección para que mejore, las pastillas estaban haciendo lo suyo y el paquetillo de cigarros le gritaba desde el rincón. 
Empezó entonces con el primero, mientras iba leyendo de a poco lo que le escribía, sí, fluía, nacía, no había nada que no pueda explicar, ella era la roca, él escribía un mar. 
Cigarro. Fuego. Humo. Niños gritando.
Se sentó cerca de la puerta, la abrió, computador y cigarro, aparece un gato, se miran, se quieren, se acompañan. 
Cigarro.
Sigue leyendo, sigue dispuesta al llanto, pero el llanto no llega, es mágico, no hay dolor en ésto, tampoco decepción, ella sigue siendo comprensiva. La garganta aprieta. 
Cigarro.
Reflexiona un poco y se confunde, luego se da cuenta que siempre estuvo confundida y más tarde su vida entera era caos. Escribe su caos, describe su caos, ama su caos y lo abraza. 
Se fuma un cigarro. Toma un poco de agua.
Espera que le diga algo más, pero ese algo más no llega, llega por fin la comprensión, y al menos finge que la entiende y rompe todo en pedazos cuando vuelve al principio y es verdad, el orgasmo de uno lo siente el otro, de manera que las explosiones son constantes. 
Pucho y recuerdos. Cenicero desbordante. 
Se siente asquerosa, ha vomitado todo aquello que le hacía un nudo y siente que a él le molesta, que él no lo entiende, hasta que se burla un poco. 
Estúpida piensa, se fuma otro pucho.
Decide dejarse fluir, pero la idea que se asomó un poquito antes, ahora se asoma entera. No, no se puede fluir así. 
Así que fuma. 
Ya ni si quiera tiene la cuenta de cuánto a fumado, mira el cenicero y dice, jamás fumé tanto en mi vida. Y en realidad jamás se le hizo fácil fumar uno tras otro y ésta vez fue así. 
Amiga le dice, brindemos. Ella mira el vino tinto y dice, ésta noche no, ésta noche estoy yéndome en el humo, ésta noche me fumo ésto que no sé que es, pero que sabe que no es pena, que no es rabia, es resignación y entendimiento.
Pucho.
Vuelve a la mesa, mira todo y lo ve en cada rincón, reconoce que lo extraña y hace un par de horas atrás estaban abrazados. 
Reconoce que le duele más la mentira que el engaño. Reconoce que no le molesta que sea infiel, sino que no sea leal. 
Reconoce que está fumando porque se abandonó para encontrarse, para ser su propio abrazo, para acompañarse. 
Enciende varios, uno tras otro. 
Entiende a madre, entiende a amiga. Ellas se abrazan también así.
Piensa en él y lo siente lejos, una lejanía metafóricamente real. Se imagina una amistad que no sabe si va a existir. 
Fuma.
Ríe.
Sonríe.
Decide descansar, ya sabe todo lo que quería saber y un poquito más. Se sorprende de tener el corazón sereno. De sentir éso.
Fuma y se despide. 
Pone música para regalonearse y dormirse. Tocan a la puerta, buscan a Roneau, el gato que la acompañaba no hoy, si no casi siempre. Roneau, el mismo a quien ella le decía gordo y el venía sin pensar. 
Decide mensajearle, siente que el gato era de ambos. Pero no hay respuesta. 
Se duerme. 
No sueña, al menos no que lo recuerde. Mira el cenicero y piensa, es demasiado.
Busca alguna novedad en su página. Ninguna. Él no respondió un mensaje simple porque no quiso. 
Pucha. (jaja)

jueves, 26 de diciembre de 2013

Y que me mate si es necesario, la indecisión, el dolor y la pereza. Pero será una  muerte pobre, una muerte inútil y vacía. Y como decía mi amiga, aún así morir es más bello que no ser.

Amén.

Si, me sentí una asquerosa, pero después empecé a disfrutar. La navidad me trajo a aquel que yo pensé era tan fácil rechazar, y después de caer una vez más y otra más en sus brazos lo pensé como una despedida, al fin y al cabo, la vida nos separa una vez más, ésta vez por lo normal: la distancia. 
Y lo que me llevó al punto más alto de mi decisión fue tener una visión de futuro y preguntarme, ¿Qué pasaría si en medio de toda ésta armonía caótica se fecundara un ser en mí? y ahí encontré la respuesta, clara y firme, y no menos dolorosa. 

lunes, 23 de diciembre de 2013

NORTEEEE

Antes pensaba, que irónico, que lo que me hacía daño era lo que necesitaba. Hasta me parecía que a él también. Ninguno de los dos quería asumir que si bien éste amor había sido real, no era suficiente para sentirse lleno y feliz.
Hoy me siento bien, pensé que me destrozaría y que se me acabaría el mundo cuando decidiéramos terminar, pero el final fue aún más inesperado para mí y mucho más liberador. Y la razón fue que cada uno se sintió lleno con otro que no éramos nosotros mismos. Lo mío fue antes, sólo que no quería desistir de ésto que estaba viviendo e insistía e insistía en darle vida a éste juego de dos. Aveces me sentí luchando sola, otras a él. 
Si, se me rompió el corazón al saber que había otra persona destinada a corresponder al que yo pensé y sentí como un gran amor. Y mi corazón hoy está feliz de saber que al menos él encontró el relleno a ese vacío en una persona física, yo en cambio sentía ésto que me faltaba como algo más espiritual y ciertamente lo encontré y confirmé en el mismísimo momento del quiebre. Todo aquello carnal que nos unía me ha dejado una paz enorme ahora que no está, y lo mágico de todo ésto es que siento incluso que le tengo más estima que ayer, cuando se suponía era mi todo. 
Y es que siempre tuve el don de la empatía del que tanto renegaba, siempre me sentí tan comprensiva que incluso contribuía a ese daño que me hacían. Hoy comprendí que yo misma soy mi inicio y no mi meta. 

En mi corazón no hay espacio para rencores, ya ni miedos. Y tampoco hay tiempo en mi vida para permitirme vivir aunque sea una corta depresión. Siempre le aconsejé al resto que en un momento así, uno debía sufrirlo todo, sacarlo todo, masticar cinco minutos la deliciosa miseria y luego chao, se fue. Y es hora de seguir mis propios consejos, darme mis propios ánimos, amarrarme a mi Fe y a mis dogmas. Eso que yo siento y decido que me hace bien, que me sana, que me alegra, que me hace sentir feliz y completa.
Y en el fondo hoy entiendo que lo que me hacía infeliz era no estar cerca de mi misma y de lo que realmente quería. De no amarme por lo que soy sino por lo que tenía y por lo que sentía que me faltaba. Hoy la felicidad brota de mí, brota sana y sinceramente, no tengo miedo de aceptar de que sí, mi orgullo dolió y mi corazón se ha roto, pero al menos eso me hizo comprobar que tenia uno! Jamás sentí una pena así porque el amor se me iba, y en realidad el amor crece, la muerte llena, no vacía! 

Hoy mi sentimiento es de gratitud, no me arrepiento de haber pronunciado ninguna de las pocas palabras de amor que supe decir, porque estaba llena de miedo. Mi más grande gesto de amor ha sido dejarle ir y amarle con todo mi ser. Acompañarle incluso a ir en busca de ésos seres que yo pensé que le harían mejor que yo. Con ésto que pasó no tengo miedo de amar, sino al revés! tengo ganas de amar con todo mi ser a la persona que sea que Dios ponga en mi camino para amarme y acompañarme. Y eso puede ser hoy, en cinco meses, en un año o en diez y yo sé que sabré esperar e inundar de amor a las personas hermosas que conforman mi círculo que crece y crece.

No tengo palabras en verdad para explicar lo que estoy sintiendo, lloré mucho, grité y patalié, pero me saqué todo el dolor que podría estar viviendo mañana pero que ya no está! ¡Qué hermosa vida! 

Sé que en medio de mis dificultades, de mi enfermedad, de mi indecisión, de mis dudas, de mis miedos, de mis errores, siempre, SIEMPRE saldré adelante, porque me siento con un corazón sano y bueno y doy gracias por poder sentirme así, no como antes que me sentía lo peor, con un corazón negro y asqueroso, solitario. Mi corazón ha sido abierto y ya no se volverá a cerrar, menos por un hombre, y menos por ése hombre que yo tanto quise, quiero y querré, ya no como amante, ya no como novio, sino como amiga, esa que yo sé que puedo ser y entregarle mucho más que un placer efímero e invisible o una mano física. 

Gracias vida. Mi sonrisa hoy es mi  arma, no mi escudo.