Cocó. 21 por ahora. Sin gatos, la mayor de una colección de tres hermanas, adicta a las variaciones del té con canela, fumadora más que social, emotiva. De creatividad lluviosa y nublada, de risas despejadas y calurosas, desapegada y enraizada en cosas que no debería, pequeña de estatura, desenterrando a la otra que se revolcaba de risa y no tenía miedo a hacer el loco, pescadora de recuerdos, friolenta y feliz dentro de todo.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Ojalá hubiese nacido en Japón. 
Ojalá hubiese sido blanca. 
Ojalá un poco más alta. 
Ojalá mis padres se hubiesen amado en serio. 
Ojalá mamá no pensara en matarse tan seguido.



sábado, 29 de noviembre de 2014

Ya no me acordaba como se sentía estar completa, sentirse completa. Tampoco me acordaba del vacío, porque al estar tan hundida en lo oscuro, mis ojos ya se habían acostumbrado y lograba ver. Es por eso que cualquier asomo de alegría me volvía ciega y torpe, me ilusionaba de mil maneras, y en secreto, temía dejar mi oscuridad atrás.

Ni si quiera distingo hoy la diferencia entre vivir con un propósito o sobrevivir al día a día. Debe ser porque ya no me acuerdo. Lleno las baterías humanas de propósitos humanos para vivir los días como un humano corriente. Miro desde el bondi al resto de humanidad que va quedando en cada caminante y sólo veo pasado, infestando miradas y cuerpos cansados. 

Conocí la duda junto con la oportunidad. Cada sábado se veía más lejos del siguiente. Los gemidos se agrupaban en las paredes como un panal de placer, un deleite tan temporal como el orgasmo. Mi propósito a veces fue ser feliz, otras alcanzar la cumbre de lo sexual, y otras sólo hacer eyacular a mi hombre. Mi propósito era cada vez más carnal, y por consiguiente, el vacío que generaba acrecentaba una sed de lo espiritual, eso que no no tenía, ni buscaba, ni tenía ganas de encontrar, pero que necesitaba.

El enjambre de pensamientos que atestaban mi mente la hacían cada vez menos acogedora, y el porcentaje de desmotivación y desvinculación de mi misma aumentaban.
El espejo se había vuelto en ese entonces mi mejor enemigo, al menos al que más seguido acudía para hacerme sentir peor de lo que estaba y relajarme pensando que antes había estado mejor.

La muerte invadía mi casa, mis pensamientos y los pensamientos de los míos. La muerte estaba tan presente que nadie hablaba sobre ella, pero con ella todos eran concientemente indiferentes. 

Me vi envuelta, -y a veces aún me veo- en un caos interminable. No lo entiendo, no me parece que sea sano, me parece común, pero no normal. Somos millones de personas alimentando un vacío interminable e incomprensible. ¿De donde nace? ¿Por qué tienen que condicionarnos nuestras vivencias? ¿Por qué cargamos el pasado que a veces ni si quiera recordamos? ¿Por qué esa tendencia a la muerte? ¿Por qué no encontramos más cosas buenas por qué vivir? ¿Por qué tenemos que sufrir cuando amamos? ¿Por qué tenemos que perdernos y tocar fondo para encontrarnos?

Siempre pensando en que eso que nos falta es la causa de nuestra infelicidad, y recién cuando lo conseguimos, nos damos cuenta de nuestro vacío, de ese vacío que tratamos de alimentar con una pobre y mediocre ilusión para no enfrentar aquello que no sabemos qué es pero que sabemos que está.

Me dan ganas de gritar y patear y golpear y matar y decir QUE VIDA DE MIERDA. Pero sé muy bien en el fondo, que cada uno es protagonista de su  propia vida y sí que hay cosas que escapan de nuestro control, pero somos incapaces de soltarlas. 

martes, 14 de octubre de 2014

Cuando leemos  el manifiesto Dadaísta, nos damos cuenta de la panorámica que Tzara nos ofrece, la cosmovisión acerca del pensamiento sobre el arte y la belleza y que a la vez reflejan los momentos que caracterizan a la vanguarda. Para explicarlo se establecen dos tipos de dimensiones en las cuales el arte o la institución-arte se desenvuelve.
Una es la destructiva o negativa, del cual nos afirmamos en el momento nihilista de la vanguardia, y es esta un planteamiento en el cual el principal factor no es destruir sólo por hacerlo, sino que en su trasfondo la crítica de Tzara es generar una alternativa de arte diferente a la establecido, a lo viejo y a lo formal.
Después hay otra dimensión que vendría  a ser la constructiva o positiva con las cuales hace propuestas para superar a la cultura Europea. Como por ejemplo construir sobre lo que ya estaba hecho, a lo cual llamó ready-made. O poder salirse de la teoría y crear a partir del azahar.
De la dimensión negativa se desprende por sobre todo lo que se llamó el asco-dadaísta, que tiene que ver con lo que se entendía de belleza y el concepto mismo de éste desde la época renacentista, ese culto a la belleza como si fuese religión. En esto dada se autoproclama anti-artístico, anti-literario y anti-poético. Es aquí en donde se desarrolla claramente el momento antagonista en ésta vanguardia.

sábado, 4 de octubre de 2014

No, no entendía... ¿Por qué tengo que cansarme cuando se trata de hacer lo que me gusta? Para empezar a entenderlo, tenía que empezar a hacer una lista de las cosas que me gustan... Empezando por leer, escribir, comer, caminar, conversar, pensar, escuchar, dormir, soñar... todo de mayor o menor manera significaba un esfuerzo, pero claro... era un esfuerzo que pasaba desapercibido, porque yo lo elegía, porque no me era designado... o al menos no siempre.

Mientras más leía, más rápido la magia iba desapareciendo, y era loco, porque yo pensaba que iba a ser todo lo contrario... 
Ya iba entendiendo un poco más, iba descubriendo más, ya sabía qué era lo que me gustaba y lo que no y por lo tanto, mi ojo era más crítico, y muchas veces mi crítica era dura, o pensé que era pobre y no me atrevía a compartirla...

Después entró una duda, si yo no me considero una escritora hecha y derecha, ¿Puedo criticar a quién lo es? Esa pregunta estaba siempre presente a la hora de emitir en voz alta algún juicio... Quería valorar el trabajo del otro, no quería desmerecer a nadie.. pero ¿Era eso bueno? ¿Fomentar un trabajo mediocre, como el mío? ¿Sería bueno que yo siga escribiendo mal y que a cambio de la confianza que significa compartirlo me den sólo felicitaciones falsas, por compromiso, por vergüenza o timidez? Creo que no...

Es por eso, que hoy no disfruto tanto cuando leo, no disfruto tanto cuando escucho, ni cuando me leo. No disfruto porque estoy siempre analizando, y sé que eso también está mal. Lo bueno es que todo eso me nutre como ser viviente, como ser empírico, como ser emocional. Las veces en que más disfruto, cierro los ojos, imagino, vuelo, dejo que aquello influya en mi, en mi estado, en mi cuerpo, en mi mente, es ahí entonces cuando el arte cumple su función en mí. Porque el arte no se hizo para ser estudiado,  se hizo para verter lo que uno es, lo que uno ama, en un material al que otro pueda acceder. 
Hoy sé, que antes de verter hay que aprender, que si la técnica existe es para guiarnos, no para limitarnos, y que si elijo mostrar no es para que nadie aplauda, es para yo empezar a ser. Y es que uno sólo es cuando hay un otro...

viernes, 12 de septiembre de 2014

Palabras, palabras, 
silencios innecesarios, palabras innecesarias,
miradas, tropiezos, encuentros, innecesarios...
Momentos, gritos, portazos, 
abusos, trompetas, palmadas, balbuseos!

Tan tan necesarias las caricias, los tirones de pelos y de orejas!
Las doce mil palabras, o las ninguna al momento de amar,
las introducciones a los grandes actos,
los secretos que se cuentan antes de morir,
los libros sin uso en las bibliotecas... 


Amor, todo desierto tiene un principio y un final, un largo exacto, un camino, una meta.
La voz del cuerpo hace ruego al contenerse el llanto, un secreto fecundo. 
Se enraízan las heridas de generaciones anteriores, corre por tus venas un dolor que no es tuyo, se transmite a miradas, a caricias, a silencios. 
Ninguno de esos dolores te pertenece, déjalos ir! 
Tu rechazo no es más que un síntoma, el amor que no sabes cómo tomar es víctima de manos frías de inviernos de otros años.
¿Hasta cuando tiene que durar ésta cadena?
¿Hasta dónde pretendes aguantar?
¿Cuánto tiempo estás dispuesto a vivir así?
El mea culpa... La mía culpa... ¿Hasta dónde lo permito?
¿Dónde me escondieron las tijeras? Todo mi esfuerzo se basa en ser un poco menos peor, y no en ser un poco mejor.
No tengas miedo, amor, no tienes por qué, es natural... Como somos, actuamos, y ser como somos siempre nos trae problemas, porque todos somos distintos. 
Eres libre, y lo sabes.
Puedes ver los límites en la distancia, en la soledad y en la compañía, deja ya de correr una carrera que no es tuya.
La mano se la puedes dar a quien entienda, a nadie más.
No eres tantos como piensas, eres uno con muchas caras, pero es uno sólo el corazón, por eso no lo entiendes, por eso te confundes.
Tú sabes que hacer.
Cada día es una oportunidad para volver a empezar, no te canses. 
Te amo, en tus luces, en tu oscuridad, en tus risas, en tus silencios, en tus lágrimas, en tus momentos ciegos y sordos, en tu egoísmo y en tu bondad, en tu cabeza y en tus pies, en mí misma te amo, te amo mucho más cuando no estás, pero te amo mejor cuando estoy cerquita tuyo, rozándote tanto que me duele tu pensar, que me tengo que rascar tus heridas, que me pesan tus cansancios, me atacan tus dudas, me miro a mi misma como si fueras tú, y sí, duele, pero amarte es lo que mejor me nace, yo te amo así, sin más. 
Te amo recién levantado, cuando duermes, en la ducha, en la calle, a través del vidrio,  a la distancia, a los ojos...
Visita tu desierto, que con sus espinas  va a besar y abrazar mejor que cualquier herida. 
No te asustes, que el desierto quema y el alma prende fuego.
La verdad te hará libre. 

lunes, 20 de enero de 2014

Fotografía.

Estaba durmiendo, se despertó con una caricia en el pelo. Habían tres mujeres sentadas al pie de la cama, eran  cuatro en total. 
Le miraban cada una de forma distinta, una estaba despeinada, amoratada, tiritona, ojerosa, flaca y triste, le miraba asustada. La segunda mujer tenía los ojos desviados, tenía el pelo laceo y brillante, sonreía, pero como si no tuviera otra cara, como si se hubiera acostumbrado a cargar una sonrisa que no era suya, le miraba paciente y la tercera mujer tenía un cuerpo hermoso, le miraba desafiante y confiada, tranquila y con un fuego de vida en los ojos. "Somos las mujeres que te has permitido ser, y queremos  volver a vivir". 
Encendió la lámpara y les miró ahora sí, bien los rostros. Eran como ella había sido en algún momento de su vida, tenían razón.
Las había dejado atrás y ahora le habían alcanzado, le habían cogido cansada y sin ganas. "Hemos decidido no dejarte tranquila  hasta que vuelvas a darle vida al menos a una de nosotras". Hablaba la tercera, mirándome a los ojos, firme y constante.
La segunda mujer en cambio dijo: "Bueno, sólo si quieres".
La primera en cambio sólo pronunció un silencio interrogante. 

La decisión estaba tomada desde antes de las mujeres. Pero ahora estaba obligada. 
 


jueves, 2 de enero de 2014

No me di ni cuenta de mis cambios, pero me vi reflejada en las caras de asombro de los que me conocían de antes y me veían hoy, y me escuchaban hoy. Vi lágrimas en sus ojos y escuché voces temblorosas de emoción. Entonces me miré y realicé todos mis cambios y también me emocioné un poco. Me sentí feliz de haber alcanzado varias de mis metas sin si quiera obligarme a alcanzarlas, la vida me regaló grandes cosas y me sorprendió mucho desde hace un tiempo, y no puedo hacer más que agradecer y disfrutar.
Veo todo éste cúmulo de defectos y complejos pisoteados, y la resonancia del amor en mi ser, el amor fraterno colándose en mis huesos, haciéndome distinta al ser oscuro y represivo de antes. Estoy feliz y hay una fiesta en mí, y la celebro con sonrisas y pasos largos.