Una sola vez había llevado a una mujer a su casa, en realidad ni si quiera fue en su casa, fue en su baño, ubicado a seis metros atrás y ella había entrado para estar con él justo en el momento en el que el estaba evacuando ciertas cosas. Él sentado, calzoncillos abajo, vena hinchada, sintió andar a alguien cerca, se estaba limpiando el culo cuando entró Jacinta, la hija del pastor de ovejas. Se besaron largamente en la oscuridad del baño, él pensó que al fin tendría su oportunidad, pero Jacinta no era como él, ella quería ser alguien, y se fue a despedir. Al día siguiente todos estaban consternados con la noticia, Jacinta había dejado una nota que decía:
Querido padre:
Lamento tener que hacer ésto así, pero acá no me espera más que lanas, quesos y mierda de vaca y yo quiero ser doctora. Te prometo no volver hasta lograrlo.
Un abrazo fuerte...
Jacinta.